UNA CARTA A LA JUSTICIA

Yo soy un niño trotamundo
de este pueblo resistido,
que tanto humilla,
y que tanto lastima el furor

Día a día voy luchando,
con la esperanza del amanecer abatido.
¡Mí sudor! ¡Mí agalla!;
 me cuesta a la bravura y al dolor.

De madrugadas muy adelantado,
por las esquinas de aquel barrio corroído,
con la fuente en la mano y una voz que acalla
voy ofreciendo mi tesón y mi sudor

De vereda en vereda voy tiritando,
a la gente que viene y va callado.
Un chicle, un caramelo o talvez una pitilla,
Por ganarme el pan que me asienta el ardor.

Soy un niño hambriento y despojado,
y no me avergüenzo oye malhumorado.
¿Por qué quieres marrullero la pitilla?.
Mi trabajo cuesta el sudor.

Soy honesto y no ladrón encorbatado,
y no me roces que me dejas lastimado.
Mi trabajo vale más que tu polilla,
Y no digas mendigo oye cobarde abusador

Se que nadie entiende caridad pulido
menos entiende a mi estómago flaqueado.
Todos piensan que soy el parásito que centella;
pero no merecen mi espíritu luchador.

Las calles escriben mi historia entristecido.
trajines y la proeza para el niño empobrecido.
Por eso encomiendo mi carta que detalla
Para que sepan que he sufrido un hedor.

A ti luna lunita de la noche empañado,
te ruego que vislumbres mi sendero señalado,
ya que hoy es la gran batalla,
para este niño luchador

¡Un humilde vendedor!,
que busca en la justicia,
un mañana mejor.

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